
Con el brillo de la mirada sostengo entre las manos la ilusión que hecha cenizas estuvo escondida tras el agotamiento del almanaque transcurrido como leño al hombro. Dejando atrás gélidas ilusiones mentes hipnotizadas de cansancio fuegos callejeros que en trance mantuvieron luz y sombra respiro y muerte. Ahora convertidos en cristales lejanos muérdagos clausurados y añejos. Es necesario sembrar de nuevo bailándome noches con rumbo cierto levantando amaneceres florecidos caminando justamente en medio del camino con la fuerza y el motivo de cada hoy y cada movimiento.